viernes, 27 de diciembre de 2019

CUMBRES BORRASCOSAS

Llevo unos cuantos días ya en tinieblas.Vivo como en una habitación oscura en la que no hubiera nada más que paredes vacías, sin nada a lo que agarrarme, y con el agua saliendo por un agujero.El agua ya me llega por el cuello y ya mismo me ahogaré. Mezcla de tristeza  y ansiedad. 
Otra metáfora que define mis sentimientos es la del desierto. Estoy sola, sin agua, y sólo veo arena. Desolación y  desesperación.

Llevo  ya un tiempo de baja y si Doña Marisa hubiese tenido razón hubiesen acabado mis problemas. Si mi único problema fuera el trabajo,estaría genial. Pero no lo estoy. Tengo mini obsesiones, me da la sensación, en mi autoexigencia, de que no hago lo suficiente por mejorar y , a la vez, tengo la sensación de que debo descansar.  

Ayer hablaba con Joana que en estas situaciones de desazón suelo tener de pronto una revelación y vuelve a brillar el sol entre las nubes. Pero que no me quede esperando el click sentada si no que lo provoque. Es cierto que tengo la capacidad de discernimiento para diferenciar cuando puede ayudarme pedir ayuda a un amigo, una charla de desahogo, y cuando necesito aislarme del mundo y sólo cuidar de mí. Sin pensar en mi madre, mi hermana, ni siquiera en mi hija. En eso estamos trabajando. En eso, en técnicas de análisis de pensamientos, en ejercicios de fisio, en relajación...

Pero quizá tenga razón Rubén y debo pensar que además de madre, esposa, escaneadora de documentos, soy una mujer que necesita sentirse llena, plena, y con mis capacidades intelectuales, ahora desperdiciadas, más desarrolladas. No sé que haré, si escribir, leer, hacer cursos, no lo sé pero mientras intentaré  salir de esta penumbra



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